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Batallando con la vida

’Artrosis’’ Así, dice Gloria Herrera, se llama la enfermedad que la acompaña hace más de  15 años, causante de perder la movilidad de gran parte de su cuerpo, y que sigue expandiéndose, dominándola cada vez más. Artrosis es la estructura dañada del cartílago, "el desgaste de ese tejido que hace de amortiguador y superficie congruente para hacer de bisagra", además, el deterioro del cartílago depende de otros factores que, aparte de la edad, contribuyen a lesionarlo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la artrosis es la cuarta enfermedad que más calidad de vida resta a los pacientes por cada año vivido.

 

El dolor, con todo y lo anterior, es para Gloria lo que más atormenta, ‘’sentir como te levantas cada mañana con la extraña sensación de tener las piernas agarrotadas, como si estuviesen oxidadas, y tener dificultades para moverlas, es aterrador’’.

 

Me encuentro sentada frente a ella, tratando de interpretar sus gestos, movimientos y las repercusiones que ha tenido en ella la enfermedad. Gloria decide mostrarme de cerca los dedos de sus manos: no están del todo alineados, han perdido la movilidad y la fuerza. Los síntomas predominantes son el dolor y la rigidez. Mientras se sube la sudadera para enseñarme las rodillas, noto que están deformes e hinchadas, su cadera también se ha contagiado de artrosis, esta produce discapacidad en cuanto a deambulación y desplazamiento, tiene incapacidad funcional del hombro. La pérdida de fuerza en su cuerpo no es extraño y el dolor, al igual que sus muletas, son un compañero constante.

 

¿Cómo definiría su enfermedad Gloria?

 

‘’¡Ay, triste y dolorosa! esas son las palabras, no poder hacer nada por uno mismo es terrible, ni siquiera puedo extender la ropa en ganchos, mis manos no me responden, no puedo coger una olla, eso es verdaderamente triste’’.

 

A primera vista, la enfermedad se ha llevado casi todo de Gloria, sin embargo, me habla con orgullo de varios cursos a los que asistió en la localidad de San Cristóbal, y en los que obtuvo cerca de tres diplomas. Los guarda como símbolo de superación,  porque a pesar del dolor en su cuerpo, no dejó de asistir ni un solo día a los talleres. En ellos,  hizo cursos de emprendimiento. Lee pausado lo que dice uno de los diplomas: ‘’El hospital de San Cristóbal confiere este reconocimiento a Gloria Esperanza Herrera por ser una mujer trabajadora, emprendedora, ejemplo de trabajo y por ser una mujer que se anima a vivir cada día con amor y dedicación, Bogotá, marzo 6 de 2015’’.

 

 

La forma en que habla es admirable. Todavía trata de mantener su ánimo en pie,  dice que es un proceso duro, con todo y eso, hay que mirar hacia adelante, la enfermedad no puede apagar la luz que queda en ella.  Cuando le pregunto la edad me dice que tiene 57. Aún así, siente que ha vivido más años de los que tiene. Su mirada transmite una fuerza difícil de explicar; es así como la curiosidad se despierta en mí. Quiero saber todo de Gloria, quiero entender cómo hace para sonreír en momentos tan difíciles.

 

A mediados de 1995, Gloria empezó a sentir los síntomas de  la enfermedad: un dolor insoportable en sus manos le hizo tomar la decisión de acudir al médico. Allí, luego de varios exámenes, le dieron el dictamen: padecía  artrosis, una enfermedad crónica, es decir, que le duraría toda la vida. Desde ese momento, la acompañaba el miedo y la incertidumbre que enfrentaba de no saber qué tan rápido avanzaría la enfermedad. Gloria empezó a tomar diferentes medicamentos recetados por el médico, para minimizar los síntomas, en especial el dolor y la inflamación, de manera que pudiera  llevar una vida casi normal.

 

Los trabajos en los que se impliquen movimientos repetitivos aumentan las probabilidades de padecer artrosis. Gloria agrega ‘’no es lo mismo trabajar de recepcionista a trabajar como  peón de obra’’. Trabajaba desde sus 13 años, su mamá, el vínculo más cercano que conocía del amor, la obligó a trabajar desde  pequeña, en casas de familia. Recuerda con tristeza lo que su mamá le decía: ‘’aquí todos tienen que trabajar, yo no puedo sola con los gastos’’.  Del dinero que ganaba no veía nada, su madre siempre le dijo que era mejor que ella lo manejara. De cierta manera, Gloria guarda  tristeza es sus ojos, lo noto cuando habla. ‘’Nunca he tenido una buena relación con ella, siempre fue muy dura conmigo, aun no entiendo por qué’’. De su papá no conoce ni el nombre, y la relación con sus tres hermanos fue buena durante los primeros años de vida, pero hoy no sabe el paradero de ellos.

 

Cabe señalar que no todo fue malo en la vida de Gloria. A los 20 años decidió irse del lado de su madre. A mi modo de ver, salió a buscar una mejor vida. Inició como trabajadora doméstica, en el barrio Nariño Sur de Bogotá. Ahí, cerca al lugar, conoció al ‘’sargento’’ su primer y único amor, un hombre al que quiso mucho y con el que compartió 17 años de vida. No convivían , pero de cualquier modo, se veían todos los días.

 

 ‘’Junto a él conocí las cosquillas en el estómago, por primera vez me sudaban las manos al hablarle a alguien’’.

 

Con el sargento se sentía amada y segura, ‘’hacíamos miles de planes juntos, queríamos llegar a viejos los dos’’, recuerda.

 

 Al llegar a este punto, cuenta que sintió morirse cuando supo que él ‘’sargento’’ se había casado por lo civil con otra mujer; era su polo a tierra, la única persona de la que había recibido amor. Gloria no quiso seguir la relación. Sin embargo, después de varias insistencias del sargento, se convenció de seguir al lado del hombre que amaba, sin importar las circunstancias. Cinco  años después, el ‘’sargento’’ se alejó de ella por miedo a dañar su matrimonio. ‘’Sentí que mi mundo se desvanecía, no tenía nada porque seguir luchando’’. Desesperada por la idea de no volver a ver al hombre que amaba, cuenta; ‘’me intente suicidar dos veces, es algo de lo que no me siento orgullosa’’. Gloria intentó lanzarse a los carros en dos ocasiones, ‘’si no hubiera sido por la gente del sector de San Cristóbal, que lo impidió, no estaría contando la historia’’.  La escucho y se me eriza la piel, es un tema del que gloria habla con pudor y  que recuerda como uno de los episodios más difíciles de su vida.

 

Así fue como Gloria aprendió a vivir con la soledad y hasta con la locura. Estuvo aproximadamente dos meses en el psiquiátrico de la Clínica la Inmaculada, en Bogotá, a causa de los problemas que la agobiaban: por un lado, el  amor tormentoso que marcó su vida, al mismo tiempo, la  mala relación con su madre. Sin embargo, a pesar de las razones por las que llegó al Centro Hospitalario, describe su estadía y el lugar como un sitio del que tiene buenos recuerdos y al que le gustaría volver; ‘‘todos los días las enfermeras estaban pendientes de mí, la pasaba muy bien, existía un patio grande en el cual podía caminar y asolearme ’’.

 

Desde su salida del psiquiátrico, Gloria toma pastillas para dormir. No logra conciliar el sueño sino es con ayuda de ellas. Dentro de ese contexto, Gloria se encontraba nuevamente sola, no volvió a saber nada de ‘’el sargento’’ y con su mamá se veía de vez en cuando. ‘’Me di cuenta que tenía que seguir con mi vida, conseguí empleo de niñera y estuve trabajando ahí hasta que la enfermedad me lo impidió’’.

 

En el año 2010 la artrosis no solo había avanzado. También, en un nuevo diagnóstico, Gloria supo que padecía artritis: significa literalmente inflamación de las articulaciones. En sus rodillas ya comenzaba a tener osteoporosis: el  aumento de la fragilidad de los huesos y el riesgo de sufrir fracturas era inminente. ‘’La enfermedad había tenido un proceso lento, pero en 2010 se junto todo. Desde ahí, mi vida ha dado un giro, ya no solo tengo artrosis, también artritis y osteoporosis’’.  A causa de esto, sin trabajo y sin ingresos económicos con que subsistir, Gloria hizo  los trámites y empezó a recibir, por la discapacidad de su cuerpo, una manutención mensual de 120.000 pesos por parte del Gobierno Colombiano, con el cual  cancelaba el arriendo de una habitación al sur de Bogotá, en la localidad de San Cristóbal.

 

 Sin embargo, el dinero no era suficiente. ‘’Casi nunca me alcanzaba, asistía al comedor comunitario de la localidad, y así no tenía por qué preocuparme por el almuerzo’’.  La mayoría de sus días transcurrían sin desayunar ni cenar. A raíz de su enfermedad, no pudo seguir realizando labores cotidianas como las de cualquier persona, tales como lavar ropa o cocinar. Todo esto, por la pérdida de fuerza en las manos.

 

 Así vivió hasta 2014, año en el que el Hospital Santa Clara la diagnostico con pérdida de funcionalidad en un porcentaje superior al 50 %, situación que le impide valerse por sí misma y le imposibilita trabajar. En mayo de este año, Gloria decidió pasar un derecho de petición a la Secretaría Distrital de Integración Social, alegando el derecho a una vejez en condiciones dignas, de techo y comida, en un centro de protección, con condiciones de seguridad y dignidad. La solicitud fue negada y la respuesta por varios meses siempre fue la misma: usted no cumple el requisito de tener 60 años, por tal motivo no puede ser reconocida como una persona de tercera la edad y llevada a un centro de protección.

 

Sin embargo, Gloria no se resignaba. Entendía que en Colombia los derechos claramente eran vulnerados. Por eso, decidió hablar con la abogada de la Casa de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres, en San Cristóbal, y así, con ayuda de ella, puso una tutela en el Juzgado Primero Penal Municipal, que el 17 de julio de 2015 falló a su favor.

 

 ‘’La señora cuenta con los requisitos necesarios para ingresar a un centro vida, ya que a criterio de los especialistas, una persona podrá ser calificada como persona de tercera  edad, siendo menor de 60 años y mayor de 55, cuando las condiciones de desgaste físico o psicológico, así lo determinen’’.  Según dice Gloria, ‘’sentí  alivio cuándo me informaron que iba a ser trasladada a un sitio donde pudiera vivir mejor, en condiciones acordes a la mejora de mis enfermedades’’. De esta manera,  la abogada de la Secretaría de Integración Social tuvo 10 días para buscar un sitio acorde, que beneficiara la vida de Gloria. Fue así como el 28 de julio de 2015 llegó a la Fundación El Señor De Los Milagros, ubicada en el Barrio Santafé. Ya han pasado casi dos meses desde que Gloria llegó al lugar. Me preguntó ¿cómo le estará yendo? ¿cómo será el lugar?.

 

Para  la fisioterapeuta Alison Gutiérrez, una persona que padezca artrosis y artritis, debe cuidarse muy bien en la alimentación, permanecer en un lugar donde pueda realizar ejercicios suaves para mantener la integridad de la articulación y que no se desgate rápido.De igual modo, realizar ejercicios que no requieran el aumento del uso de la fuerza. No es recomendable subir bastantes escaleras, pues el dolor y las repercusiones en los huesos pueden ser mayores.

 

Al llegar a la Fundación me encuentro con la estructura de una casa; en el primer piso le hacen terapias a  más de 50 personas de tercera edad que habitan allí. En el segundo, está la cocina y el cuarto de los hombres; en el tercer piso está la zona de confort para los adultos, hay un televisor y una sala ubicada estratégicamente, mirando hacía la ventana. Allí, los abuelos se encuentran rezando. Son aproximadamente las 9 a.m. Al costado de la sala se encuentran dividas las habitaciones de las mujeres y allí esta Gloria. A primera vista, me llama la atención encontrarla apartada del grupo de abuelos que rezan insistentemente el rosario. Cuando le pregunto la razón, me contesta: ‘’hoy estoy un poco enferma, no quiero rezar’’. Inicialmente, me cuenta que no está conforme con el lugar, y con tono de burla, suelta esta frase: ‘’La abogada me trajo fue a un gallinero, solo escaleras, suba y suba la cabeza’’.

 

Desde el momento en que Gloria llegó a la Fundación, sintió que no era el lugar que la beneficiaría; esta no cuenta con zonas verdes, además, para el uso de sus muletas, requiere un amplio espacio, y no lo hay. Por recomendación, no debe permanecer mucho tiempo sentada y según Gloria, en esas se la ha pasado casi todo el tiempo, dado que las diversas actividades que realizan en la Fundación se hacen en la sala, y allí pueden durar una, dos y hasta tres horas. ‘’Quiero buscar otro sitio donde pueda tomar el sol tranquilamente, trato de comunicarme con la Abogada que me trajo aquí, pero no me contesta las llamadas’’.

 

Para Gloria, las cosas han empeorado. Ya ni con las pastillas que toma para dormir logra conciliar el sueño. Es natural, en una habitación hay aproximadamente 8 camas, una de las compañeras de cuarto ostenta un aspecto fantasmal, y según me cuenta, todas las noches tiene que salir al baño unas siete veces, pasando así, cada cuarenta minutos al frente de la cama de Gloria.  ‘’Me tiene desesperada, de cualquier modo, estoy despierta’’.

 

Cuando llaman para almorzar, todos los abuelos buscan bajar las escaleras de manera rápida, y acomodarse de primeras en el área de almuerzo.  Gloria baja de su habitación y acude al llamado. Sin embargo, mirando a todos lados, admite; ‘’Acá los abuelos no dicen (espere, voy a pasar). Van es empujando, por eso trato de caminar ligero, lo que menos quiero es caerme y terminar fracturada’’.

 

Según Sofía Gutiérrez enfermera de la Fundación, Gloria es una mujer juiciosa. ‘’No lleva mucho tiempo aquí, pero yo estimo que sea disciplinada, siempre se levanta muy temprano para no tener que pelear con las otras abuelas por la ducha. Es muy respetuosa’’. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                    Lunes 31 de agosto de 2015  9:30 a.m.  Foto: Vanessa Burgos

 

 

Actualmente Gloria pasa sus días adelantando el tejido de una bufanda. Lo hace cuando  sus manos no amanecen tan hinchadas; lo aprendió en uno de los tantos cursos que hizo. Habría que decir también que pasa sus días tratando de comunicarse con la abogada de la Secretaría Distrital de Integración Social, para ser trasladada a un ‘’mejor sitio’’ de protección, que cumpla con los requerimientos necesarios para afrontar las enfermedades que padece.

 

‘’Entiendo que está muy ocupada. Sin embargo, el tiempo va pasando. Acá, creo que estoy como mis muletas: estancada’’.

 

Redactada por: Leydy Benavides Naranjo.

 

Gloria Herrera.
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