
Puntos Diversos
¿APARATO FIEL?
Me encuentro en la carrera 6 #15- 88 en Bogotá, son aproximadamente las doce y quince de la tarde. Llevó aquí veinte minutos esperando unos documentos en el Banco de la República. Trato de hacer la espera más corta así que decido salir a la acera. Sin embargo, pareciera que a este extremo ha llegado el terrible caos; observo como las personas murmuran, corren, hablan, ríen. En ese momento se produce un eco en mi cabeza, es tal vez una de las sensaciones más extrañas; es como oír dentro de un barril. Claramente los centros de las ciudades son el punto de encuentro de miles de personas. Un eje central de actividades económicas, políticas y socioculturales. No obstante, es imposible no detenerse a cuestionar la manera en que se ven todas las personas y no lo digo precisamente por su forma de vestir, sino por la inmediatez; la mayoría de personas transitan de afán, alarmadas, en conjunto: el sinónimo de una vida ajetreada.
Han pasado diez minutos aquí afuera. Decido averiguar la hora con una señora que circula por la calle; a decir verdad tuve que elegir a quien preguntarle. Una mujer alta, menuda y de cabello ondulado se está acercando a mí, su cara emana confianza.
-Buenas tardes, por favor, ¿me puede decir la hora?, Preguntó.
Noto que la mujer está un poco distraída, lleva el celular en sus manos, de pronto me mira de reojo, hace caso omiso a mi pregunta y se concentra de nuevo en el celular.
Trago saliva, siento malestar en el estómago, -No me dio la hora- ¿pero si llevaba el celular con ella? pensé, quedé como cuan estatua de piedra.
La mujer llevaba su mirada fija en el celular. Esa es tal vez una característica propia del estilo de vida actual que implica estar conectados permanentemente. Es ahí donde percibo que todos vivimos en un frasco; en nuestro propio mundo. De esta manera examino mí alrededor, me doy cuenta que la actitud es muy similar con las demás personas; dispersos, balbuceantes por cuenta de la tecnología. En todo caso me preguntó ¿Cuál es el impacto de este elemento tan cotidiano? o mejor ¿qué estamos dejando de disfrutar por estar la mayor parte del tiempo conectados a los dispositivos móviles?.
Martha Suescún Directora de la Fundación Libérate me explica: ‘’hay adicciones no toxicas en este caso la tecnología, cada vez ha aumentado el número de personas que se vuelven dependientes a ella y se disminuye la edad de inicio. Son adicciones que son ocultas, que no se ven. Las personas pierden el control frente a la tecnología: bien sea internet, teléfonos celulares o redes sociales. Se pierde el control en el manejo y uso de la tecnología’’.
Cabe señalar que no hago una crítica a la tecnología, sino al uso que hacemos diariamente con ella. Javier Castillo es padre de familia, sabe muy bien qué hacer cuando no soporta una pataleta de su hijo de cinco años o cuando necesita mantenerlo entretenido mientras él hace otras cosas: ‘’le paso el celular con un jueguito y eso es remedio, puede estar ahí metido media hora sin hacer daños’’. Psicólogos como Martha Suescún quien recibe diversos casos de adicción al celular en su Fundación, advierte a los padres que educar a sus hijos con estos métodos puede traer riesgos a futuro: ‘’están iniciando los niños a los siete u ocho años ya compulsivos y obsesivos con la tecnología, necesitamos poner un pare para que no lleguen a la dependencia’’.
Han pasado ya varios días y sigo abrumada con la manera en que las nuevas tecnologías nos han cambiado la vida. Es por ello que conozco a Johana López, asesora de CallCenter y telemercadeo, tiene veintitrés años; a primera vista es una mujer tranquila y con buen sentido del humor. Llegué a ella por recomendación de un amigo, quien sabe que por su trabajo Johana requiere estar conectada permanentemente lo cual aumenta la dependencia habitual a estos aparatos. Sin embargo, hay algo más, en medio de la conversación es visible que no puede quedarse sin la absoluta necesidad de revisar su teléfono, con la excusa de revisar el WhatsApp: medio por el cual entabla entrevistas con sus clientes. Según me cuenta Johana se conecta más de seis horas al día. Al llegar aquí decido arriesgarme y preguntarle sin rodeo si se considera dependiente al celular a lo que sin mayor preocupación me contesta: ‘’yo creo que sí, y no lo veo como algo malo, te confieso que no puedo salir de mi casa sin él, lo reviso antes de acostarme y al levantarme, es una herramienta útil tanto personal como laboralmente’’.
Su respuesta se queda rondando en mi cabeza. En efecto, las nuevas tecnologías trajeron consigo desarrollo y el fomento de la comunicación a nivel global. Ricardo Solano Corredor sociólogo añade: ‘’Jamás podremos pensar que la tecnología no es un elemento fundamental del desarrollo humano y científico, sin embargo cuando las personas se escudan en imágenes que inclusive no existen o que por su falta de reconocimiento empiezan a ser más importantes las imágenes que ellos están difundiendo que su propia condición de realidad es preocupante’’.
Admito que hoy en día es difícil concebir nuestra vida sin el uso de internet o del teléfono celular y más si se tiene en cuenta que ello ocupa un espacio significativo en muchos individuos desde las últimas dos décadas, especialmente en los adolescentes. En cierto sentido, las TIC tienen como fin facilitar el contacto permanente con el otro, sin embargo, en la actualidad no es un secreto que la interacción suele verse perturbada e inclusive salen a flote problemas en la forma de relacionarse. A mi modo de ver somos las personas las que permitimos que la tecnología entre a lugares recónditos de nuestra intimidad; el sofá de nuestra casa, las charlas familiares o al café donde nos reencontramos con viejas amistades.
Mirándolo así puede dar un poco de desasosiego. He traído a colación a la empresa británica SecurEnvoy quien en 2011, tras la realización de un estudio sobre el tema en el Reino Unido, acuña el término nomofobia para definir el miedo irracional a salir de casa sin un teléfono móvil. En su estudio, SecurEnvoy encontró que dos tercios de la población (66%) sentían temor a perder o estar sin su teléfono móvil (El Informador, 2012). 1 En definitiva creo que no es muy alejado de la realidad. Hace unos días asistí a un concierto de un aclamado cantante puertorriqueño; era la primera vez que iba a verlo, en el ambiente solo se respiraba gozo y alegría y la expectativa era muy alta, cientos de fanáticos estaban en el lugar, el momento era maravilloso, de pronto, volteé a ver la reacción de la gente para observar si estaban enloquecidos como yo, con la melodiosa voz, sin embargo me encontré con muchas personas viendo sus teléfonos celulares y no al artista. En lugar de disfrutar el momento, una buena parte de la audiencia tomaba fotos y observaba al cantante a través de él. Parecían maquinas mirando las pantallas y ni hablar del flash externo del celular que encandelillaba mis ojos.
Es así como al llegar aquí, me doy cuenta que en la actualidad el uso de este dispositivo móvil ha llegado a extremos incontrolables y no exagero. En Holanda, el gobierno de la ciudad de Bodegraven instaló una especie de semáforo en el suelo para advertir a los peatones que van viendo el celular; el sistema consiste en una línea que se ilumina verde o rojo, junto con el semáforo peatonal tradicional, sin embargo, está instalada en el suelo. En efecto es una estrategia importante para evitar miles de accidentes que se dan por cuenta de nuestra torpeza. No obstante, es dramática que la gran dependencia a estos aparatos haya llegado a tal punto.
En concordancia, hablo con Paola Aconcha estudiante de relaciones internacionales, y amante de la tecnología, le pregunto cómo ve el uso del celular en la actualidad, me responde así: ‘’creo que ahora todo el mundo quiere más los celulares y prefiere tener un celular que hablar con una persona, podemos estar en grupo pero si todos tenemos un celular, todo estamos con las cabezas agachadas’’. El haberme detenido en la última frase de Paola creó en mí un flashback; ese desplazamiento brusco hacia el pasado. Pienso que a lo mejor es lo que nos sucede a muchas personas, me incluyo, porque reviso aplicaciones como twitter o Instagram en mi celular constantemente con la excusa de estar informada.
Creo que el uso del celular nos acerca a los que están lejos, pero a la vez nos aleja de los que tenemos cerca. Desde luego se convierte en el interruptor de gran parte de nuestra vida. Como decía el gran Albert Einstein: “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; pues el mundo solo tendrá una generación de idiotas”.
Redactado por: Leydy Johana Benavides Naranjo